Permisos



Hoy me permití dar un paseo, sola, como mera espectadora...es como el que se sienta en las butacas de un gran teatro y se deja embelesar, sin pensar en nada más que en lo que te entra por los ojos.
Permitiéndome el lujo, claro está, me mover la cabeza, a mi antojo, para poder absorber todo lo que el paseo quiere aportarme.

Normalmente, tras despertar y preparar las cosas del cole, despierto a la peque y le doy de desayunar, mientras intento arreglarme algo, y acabo vistiendola y ayudándola, para salir escopetados al cole, volver a casa y desayunar corriendo, para hacer todas las rutinas que deseo sola, deporte, trabajo, tal vez algo de la casa y de comida, o alguna compra...sin embargo hoy, las prisas no me apretaban, no se porqué, simplemente estaba libre de la presión moral de hacer algo...y es cuando decidí dar un paso y desayunar fuera (igual lo hago una o dos veces al año).

No recuerdo cuando fue la última vez que había estado así sin más, andando, sin prisas de fichar en un trabajo o de fichar en casa, pero la sensación de estar fuera es muy gratificante. No creáis que me siento culpable, estoy agusto, es como cuando empiezas tus vacaciones y te dejas calentar bajo el sol en la playa, y hundes los pies en la arena y piensas...por fin estoy aquí...

Se está tan bien que te puedes sentir mal de estar tan bien, y sin embargo dices...que coño! Que se joda el que tiene prisa! Y es que...no hay nada como mirar un poquito para una misma, sin querer demostrar al mundo que eres una gran mujer...

Nos pasamos la vida, sobretodo las mujeres queriendo demostrar que somos mejores, las más guapas, las más limpias, las más estupendas, las más perfectas, las más divertidas...sin darnos cuenta que contra quienes competimos somos nosotras mismas, así que somos nuestras peores enemigas...las eternas compañeras envidiadas, y envidiosas...

Es tan fácil ser feliz, como vivir amargada, lo que pasa es que ser feliz es agradable...solo tienes que buscar lo difícil que es, darse cuenta que se es feliz con tan TAN poco...

Por un momento te dejas de cuidar y te permites salir en chándal, sin lavar la cara siquiera, y te metes ese desayuno que te encanta en tu sitio favorito, en lugar de esa ensalada de tomate con mozarela que siempre defiendes a ultranza, y te tomas un café con leche, cuando sabes que ya hay que quitarse los lácteos, y por un instante tan solo, te ves fuera de tu propia opresión, y dentro de la normalidad de los demás.

Voy a seguir paseando, y observando a la gente, no sé si en breve volveremos a alguna restricción de libertad, lo que sí se, es que este rato, ya sea una hora, o dos, me harán sentir igual de realizada que si estuviera en casa dándolo todo con las 'cosas de mamá semi ama de casa'.

Un abrazo para todas las que me entendéis.

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